viernes, 14 de mayo de 2010

La Sirena

Salí de casa con destino al instituto donde era profesor de francés. Mientras caminaba para tomar el metro reflexionaba acerca de cómo pasa el tiempo sobre nosotros. No podía establecer diferencia entre el niño que hace años había sido y el hombre casado y con hijos que ahora era. Imaginaba a mis padres comprando los juguetes para las fiestas de los Reyes Magos y me veía abrir las cajas y romper el papel de la envoltura.

A las cinco de la mañana, sin haber dormido nada durante toda la noche, me levanté a recoger el regalo que bajo mi cama habían dejado los Reyes. Me porté muy bien ese año y estaba seguro de que mi regalo iba a ser grandioso. Efectivamente, un carro rojo de bomberos bien grande, envuelto con papel azul de muñequitos estampados. Sentí la alegría más grande de mi vida. No había fuego que no sofocara como capitán de brigada de la estación numero siete. Tenía una sirena que sonaba cuando apretaba un botón. Yo mismo emitía el grito que permitía despejar el camino. Nunca llegamos tarde a sofocar un incendio, la sirena se escuchaba a cientos de metros de distancia. Era magnífico ver como los demás vehículos nos dejaban el paso libre.

Al llegar a la esquina próxima a la parada del metro me detuve a esperar que pasara una fila de vehículos. Junto a mí un niño de unos seis años también esperaba para cruzar. Él tenía la vista fija en mí. Miré alrededor y no vi ningún adulto que lo acompañara.

- ¿Señor, puede ayudarme a cruzar la calle, por favor?- me preguntó sin apartar sus ojitos de mi cara.

Esa pregunta apagó la sirena de mi carro de bomberos y me colocó frente a mi mismo. “Caramba, ya me veo adulto”, pensé mientras tomaba la mano que el niño me ofrecía.

- Si cómo no, hijo- le respondí y lo ayudé a cruzar hasta el otro lado.

3 comentarios:

  1. Me encantó! Había olvidado lo bueno que eras. La frescura de tus cuentos, y lo fácil que nos es identificarnos con sus personajes: siempre son un tú o un yo :)
    Uno logra olvidar que el "niño que llevamos dentro" se nos asoma tanto a la piel que iniciamos mentalmente un comportamiento digno de él, y al final alguien necesita recordarnos quienes somos ahora o nos perderíamos en lo que fuimos.
    Me gustó tu cuento, amigo :)

    Jo.-

    ResponderEliminar
  2. Me gusta tu gran imaginacio para los cuentos,me hace recordar mi nines que cuando yo queria tener siertos jugetes pero la moneda era dificil en eso tiempo pero a pesar de todo obteniamo algo como un reborber plastico de mito.
    sigue trabando que son mu buenos tus cuentos mi hermano

    el duck

    ResponderEliminar
  3. Es muy gratificante recordar la infancia y lo lindo que es el mumdo en esos años... me gusto mucho su cuento!! XD

    ATT:xoX-MOON-Xox

    ResponderEliminar