viernes, 14 de mayo de 2010

Yo soy tu Ladrón

“Para contribuir con el equilibrio ecológico, debemos desplegar una campaña de importación de metales potencialmente provenientes de países no productores”, dice Tsai Pin, gerente a cargo de la Asociación de Empresarios de la China Popular, en un discurso ante los miembros del comité. “Los materiales usados para la fabricación de artículos electrodomésticos, vehículos, puentes, maquinarias, etc., todos productos con una esperanza de vida útil ya alcanzada en muchos países, crean en este momento un mercado que podríamos aprovechar si abrimos nuestro país a la importación. La recolección de metales generaría empleos en esas naciones y la madre tierra recibiría un descanso”, concluye Pin.

Nunca pensé que una decisión tomada a miles de kilómetros desplegaría un dinamismo tan sorprendente de nuestra economía. Comenzaron a ambular por las calles compradores de metales abandonados en los patios de nuestras casas. Algunos hasta ofrecían liguillas elásticas, canicas y golosinas a los niños, con tal de que trajeran cuando fuera de metal y que estuviera amontonado en cualquier rincón.

Paulin, uno de los chicos malos de mi sector, entendió que podía ir más allá a la hora de recolectar metales y decidió hacer el menor esfuerzo para conseguir la materia prima de Pin. Empezó a entrar en nuestros patios y a tomar todo cuanto fuera metálico. En todos los sectores pasaba lo mismo, tenían su propio Paulin. Las tapas de los registros, las rejillas de los desagües, los bajantes de tierra de los contadores eléctricos, todo comenzó a ser del interés de Paulin. El concepto de vida útil ya no tenía vigencia.

Mi lectura habitual de las tardes fue interrumpida por unos movimientos en frente de mi casa que atrajeron mi atención.

- ¿Paulin, que estas haciendo con ese cable?- le pregunte al verlo con unas pinzas y el bajante de tierra del contador de mi casa en las manos.

- Yo se lo traigo en un rato, lo necesito para un trabajo que tengo en casa- me respondió sin inmutarse.

- Dame eso acá- le dije furioso. - ¿Cómo es posible que a mí, a quien te ha ayudado siempre que lo has solicitado me vienes con esa de robarme?- continúe lleno de cólera.

Le arranque de las manos el cable y me dirigí muy molesto al interior de mi casa para continuar mi lectura. Uno segundos después siento una llamada a la puerta. Era Paulin.

- Pero, maetro- me dijo, usando el apodo que me tenía siempre que se dirigía a mí para solicitarme algo. – Yo se que no ta bien, pero pa’que se lo robe otro de otro barrio, mejor le lo llevo yo que soy de por aquí. ¿No e así maetro?

1 comentario:

  1. Excelente Bernardo, que vaina nos cayo con la globalizacion el robo de todo lo metalico, y sin producir nosotros ni un fusible de cobre.

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