miércoles, 25 de noviembre de 2009

Luna de Miel

Tomados de la mano con la mirada perdida, la pareja de recién casados se dirige al hotel en donde pasarán su primera noche juntos. Los paisajes que através del cristal de la ventana del autobús brinda el camino, no tienen significado alguno para ellos. Nada puede ser más hermoso que estar el uno junto al otro.
Un salto generado por las condiciones del camino, saca a los enamorados de su aparente letargo.
- Verás que bien la pasaremos- dice Víctor. – Esta noche el Brisas de Sabana de la Mar, te sorprenderá. Está recién construido. Desde sus balcones podremos ver la bahía más bella de toda nuestra isla.
- No sigas amor, los deseos de llegar y estar contigo en ese paraíso me tienen como una niña ante una promesa de playa en domingo- dice Katia emocionada.
- Buenas noches, necesitamos una habitación.
- ¿Por cuanto tiempo?- pregunta el recepcionista.
La entrada del hotel con sus exuberantes jardines confirma a Katia lo extraordinario del lugar a donde la había llevado Víctor. El reloj de la recepción marca las ocho y cuarto. Katia y Víctor estaban cansados, querían cenar e irse a dormir para temprano al otro día seguir su idílico viaje hacia Samaná, del otro lado de la bahía.
- ¿Qué pasa con el servicio de energía?- pregunta Víctor.
- Tenemos algunos inconvenientes con el suministro- contesta el joven de la recepción. – Nos informaron que se restaurará en veinte minutos, disculpen los inconvenientes.
- Mi amor, no hay agua en la ducha- dice Katia.
- No funciona el teléfono, bajaré a la recepción, espera un minuto- dice Víctor.
La joven esposa no se altera, quiere estar presta para dedicarse a su amado.
- ¿Qué pasa con el suministro de agua?- pregunta Víctor.
- Si no hay energía no hay agua- responde simplemente el encargado. –Lo resolveremos inmediatamente.
El recepcionista hace señas y el botones desaparece por unos minutos. Retorna con dos cubetas llenas de agua y pregunta a Víctor el número de habitación.
- ¡Dios mío!- dice Katia.
- Me prometieron que en 15 minutos todo volvería a la normalidad- agrega Víctor sólo para calmarla.
- Tenemos camarones y pollo frito- dice el joven que llevó el agua a la habitación, ahora camarero, presto a tomar la orden.
Eran los únicos en el restaurante. Se miraban y pensaban en terminar para irse a su habitación y estar finalmente solos.
- ¿Falta mucho para traer el pedido?- pregunta Víctor al camarero.
- No, no, señor, ya viene.- responde sonriente.
Ya en la habitación, se dedicaron a ellos mismos. La energía eléctrica no había llegado para el momento en que el sueño y las caricias los habían vencido.
- Cariño, qué lindo amanecer- dice Katia al contemplar los rayos de sol penetrar a través de los ventanales.
La enamorada camina hacia el balcón para confirmar la belleza de la bahía. Esos primeros rayos la habían impresionado.
- ¡Víctor, Víctor, ven a ver esto!- llama Katia de manera insistente.
- ¿Qué pasa mi amor?- responde.
- Hay una vaca bebiendo dentro de la piscina. Está casi vacía y el agua es verde. ¡Ven a ver!

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