jueves, 24 de septiembre de 2009

Viralatus Caninus

La familia, compuesta de cinco miembros, se dirigía durante el fin de semana al campo a visitar a la abuelita, a unos cuarentitres kilómetros al oeste de la capital.

- ¡Papi, mira ese lindo perrito negro, yo quiero uno de esos, cómpramelo!- dice Rosina, la más pequeña.

- No tenemos lugar- responde secamente el padre.

Un vendedor ambulante, siempre atento a sus clientes en los semáforos de las avenidas principales de la capital, ve las lágrimas de la chiquilla y se acerca a intentar una venta. No sabe que la razón para los llantos es el perro que en las manos trae hasta que escucha a la niña decir: “cómpramelo papi”, acompañado de más lágrimas y algunos sollozos.

- No se pierda esta oportunidad, señor, este es un Coker Spaniel de pura raza y lo estoy casi regalando por tan sólo ochocientos cincuenta pesos- le dice al padre y mira a la niña haciendo un gesto para acentuar su interés.

- No lo queremos- contesta más secamente el padre.

Al escuchar esta respuesta emitió Rosina un grito que dejó casi sordo a todo el que venía en el vehículo. Entro en un estado de histeria que molestó aún más a su padre. El vendedor, pensando que ahí estaba su oportunidad, metió el perro por la ventana moviéndole la cola para aparentar cierta empatía entre éste y la familia. El perrito tenía un tratamiento en el pelo, corte incluido, que lo hacía parecer como el pura raza promocionado. La niña lo agarró por una pata, casi se la rompe, en el momento mismo del cambio de luz del semáforo. El vendedor, para no dañar su mercancía, se vio obligado a correr junto al auto hasta que el padre, molesto, decide estacionarse a la derecha entre gritos del perro, de Rosina y del vendedor que veía pasar a velocidad los demás autos.

- ¿Se lo lleva señor?- pregunta el vendedor.

- Si papi, si. ¡Cómpramelo!

Acordada la transacción, para salir del paso y dejar de escuchar los gritos de Rosina, queda satisfecho el vendedor y la familia vuelve a la normalidad. El perrito, ahora Toby, va como un nuevo miembro a visitar a la abuela.

Ocho meses después el Coker cambia de color, ahora es amarillo y las orejas están tan paradas como las de un caballo.

- María, por eso no quería comprar ningún perro, lo que nos vendieron fue un verdadero vira latas, míralo, ahora es de otro color, no juega con nadie y se la pasa todo el tiempo durmiendo debajo del auto.

1 comentario:

  1. Muy interesante.

    Recoge un aspecto de nuestra realidad cultural en el que confluyen elementos urbanos y suburbanos-marginales. La tendencia a la búsqueda de la subsitencia de manera inmediatista, sin considerar demasiado el futuro constituye un rasgo todavìa muy presente en nuestra cultura.

    Muy buen relato.

    Luciano Frías.

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