domingo, 27 de septiembre de 2009

La Boutique

Georgina, ejecutiva en una empresa importante de la comunicación, viste impecablemente. Sus compañeras reconocen con mucho respeto su gusto para la selección de la ropa que cada día resalta su belleza.

- ¡Qué linda blusa traes hoy!- le dice una de las chicas subalternas que trabaja en servicio al cliente cuando pasa frente a su escritorio camino al comedor.

- Gracias- contesta Georgina, quien también está presta a tomar su hora de almuerzo.

Reunidas en el comedor, Georgina y unas cinco compañeras de trabajo, no falta su buen gusto por la ropa como tema de conversación en la mesa. Todas de la misma opinión.

- Esta blusa me la trajo mi prima Josefina desde Francia cuando retornó de sus vacaciones la semana pasada. Ella sabe muy bien cual es mi gusto. Además de primas hemos estado compartiendo desde adolescentes- comenta Georgina ante un elogio más de una de sus colegas.

Isabel, recién llegada a la empresa y con un sueldo inferior al de Georgina, comenta en su casa entre amigas de su sector como le gustaría vestir con la elegancia que lo hace una de las ejecutivas de la compañía. Resalta la diferencia de sueldos hasta que una de las chicas la interrumpe.

- No seas tonta Isabel, vete el domingo en la mañana a Los Molina, en San Cristóbal. Es como un mercado de ropa usada importada en donde venden a muy buen precio. Nadie se dará cuenta.

- ¿Si me decido a ir el domingo, me acompañarías?- le pregunta Isabel a su amiga.

- Seguro Isa, así me doy una vueltecita. Hace mucho que no salgo, el salón no me deja mucho tiempo libre, sí iremos- responde su amiga.


El domingo en la mañana, ya a las 8:30 estaban Isabel y su amiga en el autobús hacia San Cristóbal. Le preguntaron al cobrador en donde se encontraba Los Molina y éste, con una sonrisa picaresca, les indicó el lugar. Una vez allá se sienten como perdidas entre tanta gente discutiendo precio y levantando una tras otra ropa del suelo para examinarla y entrar en acuerdo con el vendedor. Luego de casi media hora descubriendo el lugar, escucha Isabel una voz que le resulta familiar.

- No, eso está muy caro- le dice una elegante mujer uno de tantos vendedores.

Al volver la cara divisa a su ejecutiva a unos cuantos metros, portando una pañoleta que no le deja ver casi el rostro, discutiendo con un vendedor el precio de un vestido, el mismo que usaría en la fiesta de empleados y que también habría venido de “La Boutique” traído por la prima Josefina.

6 comentarios:

  1. Hehehehe, me imaginaba cual iba a ser el final, pero es muy cierto. Aca (Puerto Rico) hay una tienda que se llama Marshall's en donde venden ropa y accesorios (tanto para el uso personal como para la casa) de marcas de diseñadores famosos a precios mucho más bajos, no por que sean usados, sino por que son de "la temporada anterior". Allí es donde la mayoría de las mujeres adineradas de este país hacen sus compras.

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  2. Muy predecible por eso no ganas en ajedrez boludo. lo que no me cuadro fue el lenguaje tan culto en boca de personas de clase media-baja. sigue adelante, ya te enviaré algunas de mis composiciones.

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  3. jaja no estan malo comprar en reguera,siempre un encuentre lok quiera
    niman

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  4. Buena historia amigo Bernardo, y me alegra que escribas este blog. A parte de diversión, creo que lo interesante del tipo de entradas que escribes es que también puede (o debería) llevarnos a reflexionar (y posiblemente a tomar acciones).

    Sobre este cuento, creo que tenemos allí un «mercado democrático», donde todos tienen cabida, independientemente de su estatus.

    No hay nada malo que querer lucir bien, siempre y cuando no lleve a la altanería ni al narcisismo. Tampoco hay nada malo en querer defender los $$$ propios ganados honradamente.

    Quizás lo primero que nos llega a la mente es criticar a la ejecutiva, por ocultarse para no ser reconocida en ese mercado. Decimos que busca aparentar («allantar» en buen dominicanismo). Pero si ella dice a la franca que compra sus atuendos en ese mercado, también le llegarían los ataques y las burlas (posiblemente mucho más virulentos). Ella simplemente se está autoprotegiendo y no desafía las expectativas sociales.

    ¿Qué le pediríamos? ¿Que se atreva a desafiar los convencionalismos sociales? Cada cierto tiempo aparecen unos pocos valientes que se atreven a hacerlo, sufren y enfrentan directamente las consecuencias, pero ayudan poco a poco a avanzar la sociedad. Pero es mucho más fácil decirlo que hacerlo, y creo que sería injusto esperar que todos lo hagan siempre. Para mí son más criticables las muchas personas que se lanzarían como lobos a criticarla y burlarse de ella. A esas son las que deberíamos primeramente pedir que cambien.

    Seguimos en contacto. Saludos.

    YEL

    P.D.: Pasaré luego a leer tus otras historias.

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  5. Todos compramos en esa famosa tienda llamada :
    GET DOWN TO THE FLOOR BOUTIQUE
    Y nos ahorramos unos cheles
    Ernesto Rymer

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  6. Por eso nunca voy a ese mercado de pulgas. Siempre consigo la dirección personal de cada vendedor.

    F.A.

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